LA PATERNIDAD JOVEN
- rondamedio
- 21 jun 2020
- 4 Min. de lectura
Actualizado: 1 ago 2020
Solemos pensar la vida en fases, como si existieran edades cruciales para ciertos momentos, cuando alteramos ese orden que está fijo, que es el único camino correcto que nos marcaron desde chicxs, pensamos que no estamos haciendo las cosas bien. Nuestra sociedad pocas veces se pregunta qué sienten los hombres al ser padres y lo que significa para ellos. Además los prejuicios por la paternidad joven están al orden del día, tres chicos nos cuentan cómo fue y cómo viven su paternidad: ¿qué sintieron al enterarse? ¿qué es lo mejor y lo peor de ser papá? ¿qué significa ser padre para ellos?.
“Siempre quise ser papá, siempre tuve el deseo” cuenta Patricio de 26 años, papá de una nena de cinco meses. “Llegué con el test, mi novia se lo hizo y salió del baño con la cara cambiada. Le dio recontra re positivo. Nos quedamos en silencio un par de minutos porque nos había caído la ficha: iba a venir un bebé”, recuerda. “Fue una sensación extraña. Se te llena la cabeza de preguntas: ¿era o no era el momento?, ¿cómo íbamos a hacer? ¿Estoy preparado?”. Interrogantes como estos se hacen la mayoría de los padres primerizos, pero aún más aquellos a los que les tocó ser padres de manera temprana en una sociedad donde antes de tener un hijx pareciera que hay que cumplir con ciertos requisitos: “está instalada la idea de que tenes que tener una carrera, un auto, una casa y después la familia. Pero eso no pasa. Son distintas las realidades”, declara Patricio.
Entre sonrisas, cuenta que el nacimiento de su beba lo sorprendió, ya que habían ido con su pareja a una ecografía de control y lo médicos le dijeron que no podían esperar más porque habían notado algunos problemas. La hora había llegado.“Estaba sentado en la sala de espera con todos los bolsos y la ropa. Entró mi novia y la enfermera. Me dijeron que iba a poder entrar a presenciar el parto, pero nunca salieron a llamarme. A los 40 minutos, que para mí fueron 15 porque perdí la noción del tiempo, salió la obstetra con un bebé en brazos y me la mostró y yo dije: ¿qué pasó?”. Había nacido Zoe.

Pero no todo es emocionante y color de rosa: “Lo peor, al principio son las noches, lloran, y lloran, y vos te preguntas qué le está pasando, son cosas nuevas que nunca experimentas. Tenes que hacer muchos trámites: sacar turno en el registro civil para el documento, sacar turnos para los controles médicos, todo es un trámite”. Mientras se escucha que se despierta su nena con un llanto reclamando la atención de papá.
Distinta es la historia de Nicolás que tiene 25 años y se enteró a los 22 que iba a ser papá de Gian. Nunca había pensado en tener hijos ni formar una familia e incluso cuando confirmaron con su pareja el embarazo no le gustó mucho la idea. “Los dos teníamos miedo, no queríamos ir a comprar el test”, confiesa en voz baja.
Son muchos los desafíos a los que se enfrentan los padres a la hora de tener un hijo. Sobre todo porque tradicionalmente a los hombres se les consignó la responsabilidad frente a su familia de ser el proveedor económico y no se lo caracterizó por involucrarse en el cuidado o desarrollo temprano del hijo, relegando esta tarea a algo propio de las mujeres. “Al principio costó un montón, durante el embarazo trabajaba 12 horas por día. Me vino de golpe todo, me veía muy joven para ser papá y no me sentía muy responsable. Tuve que cambiar rápido”. Nicolás trabaja en el Frigorífico Ciaber de Quilmes, maneja una máquina en el área de faena, el lugar dónde se mata a las vacas. A la par cursa el cbc para medicina. Sueña con poder llegar a tener algún día su casa propia, ser médico y que su hijo pueda estudiar. “Quiero acompañarlo, escucharlo y aconsejarlo en cada etapa, que estudie. No quiero que trabaje donde yo estoy ahora. Por eso estudio, quiero darle el ejemplo”, dice con firmeza.

Braian tiene 26 años y se enteró que iba a ser papá por primera vez a los 18 mientras se encontraba aún estudiando. “Realmente jamás en mi vida pensé que iba a tener hijos. Creo que una vez me preguntaron si pensaba tener y yo contesté que para los 24 o 25 años quizás, si es que estaba bien económicamente y con una pareja, iba a tener mi primer hijo. Hoy tengo 26 y tengo tres. Dante de siete años, Bautista de dos y Milan de uno. A veces nunca es como uno lo planea”. Braian cuenta que sus tres varones son hiperactivos, corren por todos lados, se mandan muchas macanas, pero son muy divertidos y sus sonrisas lo son todo. Además, no está solo, siempre está la madre para calmar las aguas, “es un pilar muy importante”, dice falto de aire a través del teléfono a las corridas. Mientras hablamos él estaba trabajando. Braian es repositor externo.
Para él lo mejor de ser padre es que tenes un motivo para salir adelante, para seguir día a día, en su caso tiene tres. Lo peor es que tuvo que renunciar a algunos momentos de ocio como ir a jugar la pelota seguido, salir con los amigos, pero es algo de lo que no se arrepiente porque su cabeza está en otro lado, y no lo vive como una obligación o carga.

Ser papá a Patricio, Nicolás y Braian les cambió la vida por completo. No solo porque tuvieron que modificar actividades, rescindir de salidas con amigos o salir a trabajar repentinamente, y todo lo que conlleva serlo sino por lo que significa para ellos tener a alguien al cual van a estar conectados toda su vida.
La paternidad se asume de distintas maneras: algunos la desean, otros no tanto, otros jamás pensaron que podían serlo y hoy son los mejores. Nadie te enseña a ser padre dicen, ni sabemos en qué momento llegará o tal vez nunca llegue pero es una experiencia de los cuales estos tres jóvenes a pesar de lo complejo que a veces pueda ser el camino no se arrepienten.
H.B.
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