
“Buenas tardes, mi nombre es … ¿Con quién tengo el gusto de hablar?” La frase que repito una y otra, y otra vez, todos los días, de lunes a viernes. Sin fallar, mi nombre se repite y repite, y repite. La cuarentena instaló esa repetición también en las cuatro paredes del departamento, no se quedan más en la oficina, me despierto y me acuesto con ellas.
Los que tenemos la suerte de tener un trabajo de oficina, exclusivamente frente a la computadora, desde el mes de marzo que nos encontramos encerrados en nuestras casas trabajando. En mi caso tuve que despejar un escritorio que tengo constantemente arrumbado con apuntes de la facultad, papeles de fotocopias, algún que otro libro sin leer y cuadernos hoy sin usar, que más que escritorio tiene tamaño de mesa de luz, y estar en estado de alerta por los gritos y sonidos provenientes de mi familia, cuando vivís en 80 y pico de metros cuadrados con cuatro personas, todo se escucha, cada grito, cada risa, cada pensamiento parecería que puede atravesar el teléfono.
Tamara, que trabaja en un call center recibiendo llamados, cuenta que la situación más difícil fue para su familia al tener que acostumbrarse a hacer silencio, “Los que no se adaptaron mucho fueron mis familiares, porque no los dejo ni hablar, ni respirar, ni usar internet mientras estoy trabajando.”
Es difícil saber cómo ordenar la vida, si limpiar el piso sobre el cual se te acaba de caer el café con leche o contestar el mail de tu jefe. Martín trabaja en la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA, según él es muy difícil separar estas dos realidades, “El cambio emocional es que estar desde tu casa te quita orden. El desorden que uno genera acá, me levanto más tarde, se te corren todos los horarios, dormís a destiempo, comes mal y te acostas más tarde, hace que la vida se te desordene y obviamente que lo emocional también se modifica.”
El teletrabajo no tiene aún regulación en nuestro país, si bien en América Latina, previo al aislamiento causado por el Covid-19, muchos profesionales trabajan con esta modalidad para grandes compañías internacionales, que les pagan por sus servicios un cuarto de lo que les saldría en su país de origen y sin cargas médicas y sociales. Hoy en día se convierte en la realidad de muchos, compañías enteras se están preguntando si es necesario volver al mecanismo presencial una vez que se termine el confinamiento. En consecuencia, muchos trabajadores están gastando sus recursos y poniendo sus propios medios para trabajar, Lucila, que también trabaja en un call center cuenta “En primer lugar priorizaron a los que ya tenían equipos que se pudieron adaptar a la situación, y después mejoraron a los que tenían. Yo tenía unos auriculares con micrófono, pero no me funcionaban tan bien y tuve que comprar auriculares con vincha.“
La mayoría, usó las computadoras o dispositivos que tenía en casa para seguir con su día a día, y el internet que pagan todos los meses, donde día a día hay que luchar con los problemas de conexión. “Mi internet es bastante malo, se me desconecta de vez en cuando, cosa que en el trabajo no pasaba, hago menos cantidad de llamados y me distraigo porque estoy en mi casa. También estoy pendiente en el grupo de trabajo para ver si puedo ayudar en algo. A veces los sistemas andan mal y todos los chicos tienen problemas de sistemas, o de conexión que ya es un problema personal.”
Para Martín otro problema es que hay una sola computadora para usar, “Es más desordenado. Porque como tengo que compartir la computadora con mi pareja. Trabajo un rato al mediodía, otro rato a la tarde y otro a la noche, a veces a la madrugada, mi trabajo es puramente en frente de la pc y tenés que estar turnándote.”
Si bien a ninguno de ellxs le descontaron o bajaron el sueldo, Lucila cuenta que, en su trabajo la empresa de cobertura médica pidió ayuda del estado “No redujeron mi sueldo, la diferencia es que el gobierno nos da una parte del sueldo a mitad de mes y la empresa paga el resto a fin de mes, está dividido pero completo.”

Por su parte Tamara aclara que su situación no es la de muchos, “cobré el aguinaldo completo que me parece que es un privilegio, actualmente tengo mucha gente que no lo cobró, en mi empresa por suerte sí.”
Hay trabajos que no se pueden dar de forma homeoffice, creo yo que se necesita estar en el aula para poder aprender, para estar inmersos en el conocimiento hay que estar con unx otrx que nos interpele. Sin embargo, este tipo de trabajos, que asumimos rutinarios, dónde la oficina puede ser trasladada al hogar, no genera una situación cómoda para la mayoría. Martín dice “Lo que más me disgusta del teletrabajo es que como estás en tu casa nunca dejas de trabajar, porque de alguna manera recibís mensajes de tus compañerxs y tu jefe a cualquier hora, cualquier día, lo mismo que pasa los fines de semana, yo sigo recibiendo consultas de lxs alumnxs los fines de semana. Si uno no le pone un freno a eso trabajando en determinados horarios, es complicado. A veces depende quien sea la persona que te contacte incluso fuera de esos horarios, le tenés que contestar. El trabajo se prolonga, no está definido, ni en días ni en horarios”
Lucila notó un cambio en sus relaciones de trabajo, “A algunxs la cuarentena les pega más que a otrxs. Te responden más cortantes, le preguntas algo y te responden mal, más shockeante, lo cual genera enojo o irritación. A veces acotan cosas o preguntan boludeces y siento que estoy más irritable o sensible y no tengo tantas ganas de trabajar, es como un cansancio mental. Me cuesta bastante concentrarme, porque estoy con el celular, porque no tengo ganas de trabajar, porque me voy a hacer algo para comer, o ayudar a mis compañerxs, no se si es por la modalidad o la cuarentena en general que estoy con mucho cansancio a nivel mental.”
Martín agrega, “Algún día a la semana podría ser la modalidad teletrabajo, pero la verdad trabajar desde mi casa todo el tiempo no. El hecho de salir de tu casa, tener una rutina, tener compañerxs, desde el punto de vista ya no económico sino psicológico es bueno. Por ahí uno o dos días por semana no sería un problema, pero trabajar definitivamente desde mi casa no.”
A.B.
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